Estuvo preso en la Unidad 9 y hoy juega al rugby en la liga local

La Plata, 12/07/12. Ezequiel Villarreal es el wing derecho de Berisso Rugby Club y tiene una historia tan pesada como emotiva en su espalda. Infancia pobre, juventud rebelde y casi cuatro años en la Unidad 9 que le cambiaron la vida. Lo mismo que el rugby, deporte que lo sacó de la oscuridad y, como repite con vergüenza, le salvó la vida.

“No sé qué sería de mí si no hubiera descubierto el rugby”,

analiza Villarreal, de 32 años, que tiene un hijo llamado Ciro y un try en diez partidos que le hizo poner la piel de gallina como aquella tarde de agosto de 2011 cuando salió en libertad.

-¿Cómo empezaste a jugar al rugby?

-De casualidad. Estaba en el patio de la U-9 y había gente haciendo deporte. Pregunté qué era. Un tipo me dijo “es rugby, ¿querés jugar?”. Son esas cosas que te salen bien.

Esos tipos a los que menciona Villarreal también eran convictos, convocados por Fénix, un proyecto inédito del Servicio Penitenciario de la provincia de Buenos Aires. Fue, entre otras cosas, el primer equipo de rugby conformado por privados de libertad de Sudamérica. Participaron 23 detenidos y dos agentes penitenciarios. Y decenas de rugbiers platenses y de la zona, como Guillermo Pujol, Dimas Suffern Quirno, Francisco Albarracín, Julio Brolese y otros. “Cada entrenamiento era un placer. Porque era la posibilidad de salir del infierno para hacer algo útil”, resalta.

-¿Alguna vez habías jugado al rugby?
-No, ni ahí. Con suerte alguna vez había mirado un partido de Los Pumas, pero jugar, no.


-¿Qué pensabas del rugby?

-Que era un deporte para una clase social alta. Y tenía miedo de cómo podía reaccionar.


-¿Por qué?

- Porque no sabía qué pasaba cuando alguien me golpeara con un tackle o cómo iba a reaccionar el tipo al que yo tackleara. ¿Sabés qué pasa? Soy muy calentón.


Villarreal nació en Ensenada y se crió en Villa Catella. La vida lo llevó por un camino equivocado. “En la calle no tenía límites. Esto me frenó”, recuerda. Lo siguiente es previsible: un robo, una detención y una condena. Al principio todo fue oscuridad y dolor. Hasta que apareció el rugby.

A mediados del año pasado Villarreal quedó en libertad y el primer llamado que recibió fue el de Berisso Rugby, un proyecto que con el tiempo se hizo realidad. Pancho Fortuna y Martín Sgrudis, los entrenadores, lo llamaron. Y no lo dudó: se subió al micro.

“Al principio me costó adaptarme, pero los chicos me trataron muy bien. Nadie me juzgó por mi pasado”, resalta y recuerda enseguida su momento más feliz en este nuevo club: “Cuando le hice el try a SAPA casi me muero. Fue como la etiqueta de la historia”.  

 

 

Rugby tras las rejas 

Fénix revolucionó el ámbito penitenciario. Sobre todo cuando salió de la cárcel por primera vez para enfrentar a Plaga, un combinado de jugadores mayores de 35 años de La Plata. El match se jugó el 25 de septiembre de 2009 en Albatros RC. Ganaron los veteranos por 12-6, resultado que poco importó. Ese día, las historias ganaron por goleada.

“Fue muy emocionante. Llevaba dos años sin salir y ese partido me permitió volver, aunque un rato, a la calle. ¡Estaba mi familia mirando el partido! Fue uno de los momentos más fuertes. Y me convenció que tenía que hacer las cosas bien para recuperar la libertad -analiza Ezequiel Villarreal, despertándole una sonrisa a su cara curtida-. Lo mismo les pasó a mis compañeros. Había algunos que llevaban más tiempo sin salir”.

 

Gentileza diario “El Día”

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