Un agente comprometido en cada una de sus pasiones
Sierra Chica, 08/08/11 Son nada menos que 23 los años de labor que Mario Motta le ha brindado al SPB, con un paso previo por el ejército que marcó notablemente su vocación de servicio en las fuerzas de seguridad y su postura ante la vida y el trabajo.
Mario es un caso especial en la fuerza, su día a día es sencillamente fuera de lo común. En el año 81 llegó desde su Tandil natal, pertenecía al Regimiento de Caballería y lo destinaron a Olavarría donde trabajó hasta el 86. En el 88 ingresó al SPB en la Unidad 2, “la empecé a remar desde abajo, traté de seguir el camino que me habían trazado en el ejercito, poner como parámetro que, por ejemplo, el preso no está acá porque quiere, está porque tiene un problema con la sociedad y el soldado, en parte estaba por obligación también, era conscripto por la Ley 17531 que instala el Servicio Militar Obligatorio, era un civil vestido de verde, como el interno, está sometido a un régimen. Mientras uno no se salga de los cánones que marcan las leyes o lo que le corresponde al interno, no hay ningún problema, en el Cuartel lo mismo”.
Pero Mario no dedica su tiempo sólo al Servicio, tiene pasiones que le permiten liberar tensiones, proyectarse, complementarse y sostener la difícil misión que tiene como agente en la fuerza.
Además de su trabajo en la Sección Vigilancia y Tratamiento de la Unidad 2 de Sierra Chica, es masajista del plantel de fútbol Racing Atletic Club de Olavarría que acaba de ganar el campeonato que lo lleva directamente al Argentino A. El “Masa” lo llaman los jugadores.
Llegó al Club en 2010 cuando comenzaban a jugar en el Argentino B y se habían quedado sin masajista. Su trayectoria comenzó en el Club Atlético Sierra Chica donde en el año 1993 ganó el Apertura, más tarde y por una invitación del “Toro” Juan Domingo Marinangelli fue a trabajar en el Club Hinojo donde fue campeón del Torneo Interligas.
Más tarde su carrera continuó en otro club olavarriense, Ferro Carril Sud, que en 2009 salió campeón del torneo local, juega el Argentino C y asciende al Torneo Argentino B, en ese momento Racing lo pide a préstamo.
“Adquirí los conocimientos, las técnicas para los masajes en el año 1978, cuando estuve internado porque me luxé un codo haciendo el Servicio Militar. Para hacer la rehabilitación me llevaron a rehabilitarme al Hospital “Dr. Felipe Manera” en Campo de Mayo y conocí a un medico kinesiólogo que vio mi interés en ciertas cosas y me fue inculcando aspectos de la kinesiología. En ese hospital había mucha gente con problemas que necesitaban atención y el doctor me enseño un montón de cosas del oficio para que pudiera ayudarlo”, comentó Motta.
Luego del triunfo de Racing en el Argentino A, Mario fue convocado nuevamente para continuar trabajando con el plantel “mas allá de lo económico, a mi me gusta lo que hago, el Argentino A es otro nivel, estas a un paso de un Nacional B, se contratan jugadores de mayor categoría para un torneo que es muy duro, no es fácil y eso motiva”.
El lunes comenzó la pre temporada en Necochea y el trabajo de Mario se trasladó con los jugadores. “Mi trabajo diario consiste en llegar al vestuario, ver si algún jugador necesita masajes precompetitivos o alguna entrada en calor antes de los entrenamientos, veo si hay lesionados, colaboro con el armado de la cancha para los entrenamientos, con alcanzar las pelotas, el agua, hago tratamientos regenerativos. Primero van al kinesiólogo y él me manda una nota de cómo tengo que trabajar con el jugador”.
El trabajo diario con los futbolistas hace que se genere una relación especial con el “masa”, “estoy encima de ellos, en algunos casos charlamos mucho, como quien dice `les presto la oreja´, hay gente que no es de acá, muchos sufren la distancia con la familia, a veces ellos te confían ciertas cosas y también están los ´mimosos´ que hay que prestarles más atención, ellos saben que potencian su ego y eso los potencian en la cancha con mayor rendimiento”.
Mario es hijo único y junto a su esposa y sus cuatro hijos, dos del primer matrimonio, Florencia de 20 años, Ezequiel de 17, y dos del segundo Milagros de 8 y Antonella de 5, comparten el gusto por la música. Además él es un apasionado percusionista y bailarín. “Soy percusionista de varios grupos, aprendí de muy chico a tocar el bombo, arranque primero como bailarín y después comencé a asociar cosas y me gustó lo que hacía. Yo disfruto mucho haciendo cada actividad”.
Su amor por la música lo ha llevado a pasar y permanecer en diferentes grupos, “Los Galsadet” que integra junto a los hermanos Pepe y Darío, “Diego Vigneau y su conjunto” con el cual ha participado en cada una de las Ediciones del Encuentro Cultural Penitenciario y Gustavo Corvi y Juan Vanegas.
Y como si todo esto fuese poco, su fe lo llevó, hace tres años, a integrar las filas de los Gauchos Peregrinos que cada año hace su procesión a la Catedral de Luján. La primera vez lo hizo en bicicleta y luego, impulsado por Graciela, su esposa, comenzó a viajar a caballo.
Multifacético, nunca un adjetivo mejor empleado.