Internos de una cárcel de Gorina producen barbijos, camisolines y mascarillas para utilizar en el penal y para donar

Gorina, 09/04/20.- En el marco de la pandemia mundial de coronavirus, internos de una cárcel de la localidad platense de Gorina montaron talleres de producción de barbijos, máscaras faciales y camisolines para colaborar con la sociedad e instituciones de salud.

 

Gracias a la iniciativa de los privados de libertad de la Unidad 18 del Servicio Penitenciario Bonaerense y al aporte de la titular del juzgado de Garantías N° 5 del departamento judicial de La Plata, Marcela Garmendia, quien apuesta a montar una fábrica textil en la dependencia carcelaria, se donaron insumos y 25 máquinas de coser para el penal.

En primera instancia, con el respaldo de la Jefatura de Unidad, a cargo de Eduardo Acuña Laz, la Dirección de Promoción e Inclusión Sociolaboral, de la Subdirección General de Trabajo Penitenciario, capacitó a los privados de libertad en Seguridad e Higiene con el objetivo de viabilizar una producción que sea útil ante el avance del COVID-19

Luego, bajo la coordinación del responsable de Formación Técnica y Oficios, Víctor Orsi, unos 50 internos se dividieron las tareas y, de este modo se iniciaron los talleres de Reparación y Mantenimiento de Máquinas de Coser, Confección de Camisolines y Cofias, Confección de Barbijos y Producción de Máscaras Faciales.

Antes de la restricción en el ingreso a los penales, llevé un rollo de tela de cincuenta metros.  A las pocas horas, las autoridades de la cárcel me enviaron una foto contándome que los internos, con solo tres máquinas, lo habían convertido en barbijos. Y ahí pensé, esto hay que aprovecharlo, esto es la justicia restaurativa. Con la ayuda de mi hermana Cecilia y de mi familia, creamos grupos en WhatsApp y fueron apareciendo, espontáneamente, las donaciones”, expresó Garmendia.

En menos de una semana, llegaron a la cárcel 25 máquinas de coser, diez rollos de friselina, cinco rollos de telas de algodón, elásticos, 300 radiografías, goma espuma, diez pistolas encoladoras, barras de silicona, tijeras, cloro, lavandina y pintura para jerarquizar el espacio laboral.

En tan solo en dos días de esta semana, entre lunes y martes, los privados de libertad produjeron 41 camisolines, 50 cofias, 50 barbijos y 150 máscaras faciales. En simultáneo, recibieron un pedido del Hospital de Niños de La Plata y confeccionaron sábanas para cunas.

Más de 70 particulares colaboraron con la propuesta solidaria. Sin embargo, una de las donaciones más emotivas llegó por parte de una amiga de la jueza Garmendia, médica del Hospital “Alejando Korn” de Melchor Romero. “A una semana de haber perdido a su mamá, me llamó para decirme que quería donarnos su máquina. Fuimos a Berazategui a buscarla y cuando se instaló en el penal, le envié la foto. Fue muy emotivo. Por eso, decidimos que la primera entrega se destine al nosocomio en el que ella trabaja, que, también, recibe a muchas personas privadas de libertad y de bajos recursos”, contó la funcionaria judicial.

Garmendia remarcó que todo lo que se consiguió fue producto de la generosidad de las personas y aseguró que, si bien fue un proyecto que nació bajo la necesidad, en el contexto de una pandemia, continuará trabajando para fortalecerlo y que se convierta en una fábrica textil donde los internos cumplan horarios, se capaciten y consideren al aprendizaje como una herramienta para la reinserción laboral.

Fiel a su vocación por las normas, la jueza contó que todo lo que se dona queda registrado y a cada colaborador le llega una imagen de los internos trabajando con lo entregado. Además, cabe mencionar que el 90 por ciento de quienes aportaron sus máquinas de coser son señoras mayores, como Inés, Silvia y Lili, que cambiaron la angustia de la soledad por el entusiasmo que les generó el proyecto. También, Garmendia destacó que se involucraron numerosas funcionarias judiciales con donaciones particulares.

El director de la cárcel detalló que “la mayor parte de la producción la realizan los internos alojados en el pabellón 3, pero se han sumado los del pabellón 5. Trabajan de 8 a 17, salvo cuando paran para almorzar”.

“La producción tiene un doble destino: para autoabastecer a la Unidad y para entregar a centros de salud”, agregó Acuña Laz.

Este tipo de iniciativas tienen el respaldo del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, que conduce Julio Alak.

MTD/GB

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