Entrevista al Padre Jara, párroco de la U.19

Saavedra, 08/06/16. El padre Sergio Jara es el párroco de la Unidad 19 desde su apertura, hace ya doce años, lleva más de una década de una vida que une la religión y la cárcel. En la Unidad se le realizó una entrevista para compartir su experiencia.

U: ¿Cómo fue su acercamiento a la Unidad 19?

P: Yo era el cura del pueblo de Saavedra estaba hacía ya un tiempo, cuando comenzó a  circular la idea de construir una cárcel acá en Saavedra, en un principio la idea no me parecía del todo feliz, ya que si bien era una fuente importante de empleo para el pueblo, la idea de  que venga una cárcel acá no me atraía. Y cuando ya estuvo instalada la cárcel, el Obispo me  encomendó la tarea de  venir y hacerme cargo como párroco de la Unidad, era algo a lo que me resistía un poco, seguramente formo parte de una resistencia natural a lo desconocido y  también a lo que yo imaginaba como cárcel ya que nunca había estado en una. Cuando llegué me encontré con un mundo totalmente diferente a lo que imaginaba, descubrí en los internos personas dispuestas a recibir ayuda, dispuestas a escuchar y en algunos casos a compartir sus historias de vida, fue una experiencia muy grata para mí. Aun tengo presente esa primera  impresión que tuve cuando me encontré con los  internos, vi muchos chicos jóvenes de diecinueve, veinte  años pensé son chicos, eso me angustió y me hizo pensar que  a este lugar yo había llegado por algún motivo, que había para mí un propósito y lo iba a tratar de cumplir.

Con el paso del tiempo, ya doce años son los que llevo viniendo, he obtenido ayuda de gente que ha aceptado venir, a aportar su parte, su tiempo, su buena predisposición como en el caso de Ofelia, que es quien está conmigo hoy. Son muchas las personas que me han  acompañado, han trabajo y han vivido esta experiencia conmigo personas a las que les agradezco infinitamente.  

U: ¿Cuál es su  labor dentro de la Unidad?

P: Lo que hacemos acá es organizar almuerzos, o mates con galletitas con el fin de reunirnos,  y tener un espacio para el diálogo. En un principio creíamos que íbamos  a lograr que todos con quienes trabajábamos cambien su vida, después con el paso del tiempo comprobamos que no, pero sí hemos logrado mejorar y cambiar o ser partícipes del cambio de algunas.  Aportando un granito de arena, tan solo eso hace falta  para mejorar  un poco o mucho la vida de otra persona, vi en estas almas a seres muy generosos, siempre dispuestos a compartir lo que tienen por poco que sea y cada día descubrimos valiosas actitudes y principios que nos llenan de alegría.

Sabemos que algunas  veces vienen a vernos a los encuentros que organizamos en un principio no por plena convicción de la religión o quizás no buscando el cambio, pero con eso en claro, tomamos como oportunidad el hecho de que vengan para acércales la palabra del Señor, los mensajes del santo Papa, demostrarles que somos personas que se preocupan y ocupan por ellos, que son importantes, que su futuro es valioso. Con lo que para nosotros son pequeños  gestos, pero para ellos es una importante muestra de cariño, porque a veces no es necesario dar nada material solo un poco del tiempo de uno, para charlar, escuchar al otro o simplemente estar presente, esas son cosas valiosísimas que se le puede dar a otra persona y capaz uno sin saber que con ese  gesto “pequeño” está cambiando una vida o está dando  un poco de felicidad a alguien que la necesita.
 
U: ¿Como es su método de trabajo con los internos?

P: Con los internos trabajamos desde la catequesis, la palabra del Señor es sanadora, no les  preguntamos las historias por las que están acá, sentimos que es sumarles presión, solo queremos colaborar, con lo que tenemos que es la palabra de Dios, algunos de ellos comparten sus historias, los escuchamos y tratamos de trabajar con ellos en vistas de obtener un cambio positivo. 

Por otro lado mi proyecto en la cárcel es construir una capilla porque no tenemos y a veces  se hace difícil reunirnos, es un anhelo que tengo desde hace ya mucho tiempo. Ahora estamos  trabajando en un nuevo emprendimiento ya que conseguí una máquina de hacer hostias es antigua pero podemos hacer algo, esta idea se concretó a partir de la donación de las hermanas Clarisas del Monasterio de Puán.

U: ¿Qué es lo que siente hoy doce años después de estar trabajando en una cárcel?

P: Desde el punto de vista de esa primer sensación que tuve cuando vine por primera vez  a la cárcel al que tengo hoy en día me cambió mucho en pensamiento y en perspectiva y es por eso que entiendo a veces la resistencia de la gente, porque en cierto modo el desconocimiento hacía que yo mismo sienta esa resistencia hasta que vine y conocí. Ahora es parte de mi cotidianeidad, es algo que me hace bien, porque poder ayudar me hace bien cada pequeño granito de arena que puedo aportar es muy muy valioso. 

A los largo de estos doce años, he podido ver como las vidas de algunos internos han cambiado, han mejorado, eso es muy valioso porque a veces el regreso a la libertad es muy difícil y con la sola voluntad no alcanza, ya que también hemos visto otros casos de  gente que  no logra cambiar su vida al momento de la libertad, pero que lo intentan nuevamente  y ahí  estamos para colaborar desde el lugar que tenemos y como podemos.

U: ¿Ve historias y situaciones que lo conmueven?

P: Si, a diario, por ejemplo hoy vi a un chico abrazarse a una bolsa de box en medio de su entrenamiento, me dio ternura  porque a veces eso es todo lo que les hace falta, un abrazo, o un mate, alguien que les demuestre que alguien piensa en ellos.  Por ahí en este ámbito los abrazos son raros y hasta desde algún lugar mal vistos, pero necesarios.

Ofelia: Yo soy madrina de varios de ellos y quienes logran recuperar bien su vida, me hacen llegar fotos de sus familias contándome de su progreso y agradecen  aun después de años, hay  muchas historias de internos que en libertad nos agradecen y contactan porque sus vidas han  cambiado y han mejorado. Por ejemplo hoy mientras venía acá, me regalaron una planta, corrijo, una maceta con una semilla, no sé qué planta, es una sorpresa y ese gesto me  emociona porque es muy valioso, por todo lo que representa, y me hizo pensar que en cierto punto eso somos, semillas a las que hay que cuidar y dar un correcto crecimiento ya que sin cuidados y atención la planta no crece o crece mal, es así, todos necesitamos un apoyo y cuidado.

U: ¿Le gustaría dejar unas palabras, para finalizar?

P: Simplemente me gustaría que quede el mensaje que el Santo Padre Francisco nos dejó,  que nos invita a pensar,  creo que los que nosotros hacemos acá es justamente eso lo que el Santo Padre nos pide.

“Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: Nosotros amemos a Dios porque él nos amó primero. Él no es indiferente a nosotros. Está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos. Cada uno de nosotros le interesa; su amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede. Pero ocurre que cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios Padre no hace jamás), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen… Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia: yo estoy relativamente bien y a gusto, y me olvido de quienes no están bien. Esta actitud egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensión mundial, hasta tal punto que podemos hablar de una globalización de la indiferencia. Se trata de un malestar que tenemos que afrontar como cristianos”.

U.19

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