La educación como espacio de libertad

Olmos, 13/09/19.- En la semana en la que se conmemoró el Día del Maestro el testimonio de María Faya, quién es docente en la Unidad 22, es uno de los cientos que en todas las unidades del Servicio Penitenciario Bonaerense cada día dan rienda a su vocación por enseñar.

 

“A mis alumnos siempre les explico lo mismo: ‘A mí no me digan por qué motivos están detenidos y nada sobre sus causas. Yo estoy acá para tratar de educarlos y no para juzgarlos’. La idea es ayudarlos y no señalarlos. Y ellos, cada tanto, me responden algo que me llena el alma: ‘Para nosotros usted es la libertad’. Cuando escucho cosas así, siento que mi labor ya está cumplida”.

Como si su pasión por enseñar estuviese predestinada, nació un Día del Maestro. Se trata de una docente repleta de valores, como el amor, la solidaridad y -sobre todo- la vocación. Sus mayores alegrías vinculadas a la educación tienen que ver con su actividad diaria, que pasa por intentar colaborar con personas que atraviesan dos dificultades importantes al mismo tiempo: estar enfermas y privadas de la libertad.

“Trato de motivarlos y de encontrar qué le gusta a cada uno. Quizás es jugar, estar al aire libre o leer un libro determinado. Les doy los contenidos de Primaria, pero también otras cosas que me parecen interesantes”, manifiesta María, feliz por la tarea que realiza.

Ella aclara: “Yo no trabajo sola y es muy importante lo que hacen Marta Iovanovich, María Piergiacomi, Guillermo Hayase y Manuel Chamorro”

Da clases en la Unidad 22 desde 2017, en 2018 tuvo dos egresados y en este ciclo lectivo cuenta con diez alumnos. “Hace poco vino un exestudiante que terminó el año pasado y lo vi muy bien. Son cosas que reconfortan mucho porque es hermoso aportar un granito de arena”, expresa la docente, una mujer que -sin proponérselo- transmite pasión.

Cuando hay internos que por cuestiones de salud o razones de seguridad no pueden trasladarse al aula María les deriva material, tareas y libros por medio de la coordinadora educativa de la Unidad. Ella tiene la convicción de que la educación es un derecho universal y hace todo lo que está a su alcance para que se cumpla.

“Otra cosa que les digo a mis alumnos es que ellos tienen los cuerpos encerrados, pero que sus mentes son libres y eso lo tienen que aprovechar”, afirma convencida. Una historia de educación y también de amor: María Faya dicta clases con la vocación a flor de piel.

FI

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