Una privada de libertad de la Unidad 47 recibió una carta del Papa Francisco

San Isidro, 05/08/13. “Toqué el cielo con las manos. Es que el Papa Francisco I, el hombre más importante del mundo, me escribió una carta”. Eso afirmó Gabriela, una privada de la libertad alojada en la Unidad 47 San Isidro, dependiente del Servicio Penitenciario Bonaerense. Ella, el mes pasado, le mandó 300 hostias artesanales elaboradas en un taller en la cárcel al Sumo Pontífice y una misiva, pero nunca pensó que recibiría una respuesta manuscrita.

“Querida Gabriela: Monseñor Ojea me trajo su carta. Le agradezco la confianza…y las hostias. Desde mañana celebraré Misa con ellas y le aseguro que me emociona. Su carta me hizo pensar, y con esto me lleva a rezar por Usted… pero me alegra y da seguridad que Usted rece por mí.

La tendré cercana. Gracias de nuevo por escribirme y por mandarme las fotos: las tendré delante de mí en el escritorio. Que Jesús la bendiga y la Virgen Santa la cuide. Cordialmente. Francisco”

La carta tiene fecha 17 de julio de 2013 y fue escrita en el Vaticano.

A Gabriela todavía le dura la emoción. Pero el taller de hostias tiene un trayecto de casi dos años en la Unidad 47. “Somos tres internas y el equipo de la Capellanía, con el padre Jorge y la hermana Cristina. En dos máquinas producimos cerca de 5.000 hostias por mes y las donados a parroquias”, contó la detenida.

En julio el Obispo Diocesano de San Isidro, Monseñor Oscar Ojea, que fue colaborador durante muchos años de Jorge Bergoglio viajó al Vaticano y, junto al Nuncio Apostólico, Monseñor  Emil Paul Tscherid, su representante en la Argentina, visitaron al Papa. Entre otros regalos, como un Cáliz realizado en la Unidad 47, llevaron una carta de una de las internas del Taller de Hostias y una bolsa con las 300 hostias que ellas fabricaron.

Un taller artesanal

En lo que va del año ya se elaboraron más de 30 mil hostias y fueron destinadas a parroquias de La Plata, Tigre, Boulogne, San Martín, San Isidro y otros distritos bonaerenses.

El padre Jorge García Cuerva, aclaró: “La idea no es nuestra. Le copiamos el proyecto a la Unidad 3 de San Nicolás”. El religioso relata que la historia en la  Unidad 47  se inició con la donación de dos máquinas de una Congregación de monjas, más la capacitación a tres internas, las que realizan un trabajo casi artesanal. Pero tanto es el amor que ponen por su labor que normalmente fabrican entre 5000 y 8000 hostias por mes y a veces más si es por pedido.

Las mismas monjas que donaron las máquinas les pasaron sus recetas. “Hace poco, para el Corpus Cristi se hicieron 7000 hostias para una sola misa, cada delegación que estuvo presente se llevó una bolsita, en cada una de ellas se puede leer ´Taller de Hostias Pastoral Penitenciaria Unidad 47´, que nos identifica”, indicó Jorge, quien es el Encargado de la Pastoral Penitenciaria para América Latina y el Caribe y en esa función viaja periódicamente por otros países.

“Hemos llevado nuestras hostias  a ciudades como Bogotá y Santiago de Chile entre otras, y a países como Polonia. Ahora en noviembre en una reunión internacional de Pastoral Penitenciaria recibiremos a muchas delegaciones de varios países y los traeremos a recorrer el Taller que es nuestro gran orgullo”, agregó el Capellán.

La elaboración de hostias es un proceso complejo y requiere de mucha limpieza y una temperatura ideal, explicaron autoridades penitenciarias. Antes de iniciar la producción las internas rezan y luego se colocan gorros, delantal y guantes y empiezan con el trabajo, que a diferencia de otras fábricas, se caracteriza por la actividad artesanal.

"El proceso de la fabricación de hostias tiene varios pasos: hacer la masa, cocinarla, realizar las planchas, humedecerlas, tamizarlas, cortarlas y embolsarlas. "Todo eso conlleva varios días, pero la dinámica ya la tenemos", señaló Gabriela.

GB

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