La Hermana Guadalupe sobreviviente de Siria visitó la Unidad 48

San Martín, 13/04/16. El viernes pasado una comitiva de 40 personas se hizo presente en la Unidad 48 San Martín a fin de compartir con los internos allí alojados sus experiencias de vida e invitarlos a la reflexión, de la mano de la Hermana Guadalupe, sobreviviente del conflicto sirio.

 

Acompañada por su compañera, que lleva el nombre de "María de las Llagas de Jesús" y otra monja que en pocos días iniciará el Claustro, junto a  los visitantes, personal e internos rezaron el Rosario, para luego realizar un recorrido por la Escuelita, donde la Hermana Guadalupe dio su testimonio de lo vivido en Syria, más concretamente, en Aleppo, ciudad con 5 millones de habitantes, y donde de un día para otro, fueron sorprendidos por un sitio a la ciudad por parte de fundamentalistas religiosos islámicos. 

“Sitiada la ciudad, no entraba nafta, ni víveres y no podía salir nadie, la electricidad fue interrumpida casi por completo, y lo mismo el gas y el agua, a veces cada 15 días se nos suministraban algo. (…) Con disparos, francotiradores, bombas caseras, y hasta con misiles en algunas ocasiones.  Salir de la casa era despedirse para siempre...  comprar pan pasó a ser una misión imposible de altísimo riesgo, donde la fila podía durar hasta 8 horas, y francotiradores tenían sus presas a merced (…) Muchos murieron ahí. Bañarse era un lujo que no era permitido, y pasábamos más de 15 días sin hacerlo.  Sin heladera ni calefacción, ni cocina, algunos salían a buscar ramas de los árboles para calentar comida. Cuando se escuchaban bombas venia lo peor, el hospital desbordado de pacientes y sin recursos, ni agua ni luz.  Entonces un camión recorría los lugares destrozados, juntando restos humanos que luego metían en bolsas negras, y los parientes tenían que abrir esas bolsas para reconocer sus familiares muertos,  de a cientos.   Un misil cayó a 30 metros de donde estábamos, y  yo, por obedecer al sacerdote, salvé mi vida, cuando no me permitió salir a colgar ropa a la terraza,  'No, venga acá ahora, la ropa puede esperar', me dijo, y la Santa Obediencia me salvó de una explosión.  Cerca de 400 estudiantes universitarios murieron con ese misil." 

En palabras de la Hermana Guadalupe, nunca la sociedad de Aleppo vivió una alegría, unión, y comunión más grande que ahora....  “La vida vale tan poco, que la gente lleva una alegría inmensa...  Los que antes se preocupaban por temas terrenales, ahora tienen en claro la fragilidad de esta vida y cobra dimensión especial la OTRA vida, a la que se dedican y palpan sin miedo.  Más allá del dolor de muchísimos conocidos y parientes muertos, y de las restricciones del bloqueo, la fortaleza que brota de la Fe les da la fuerza necesaria para no solo continuar con su vida, con los cumpleaños, casamientos, estudios, etc., sino además, vivir alegres....”.

Fue un testimonio asombroso. Historias de secuestros, muchos milagros, una clara presencia de Dios en medio de todos ellos, y hasta asombros de parte de los fundamentalistas, que no podían creer que los cristianos estén dispuestos a morir con tal de permanecer en la Fe.  Por sobre todas las cosas, me quedó la sensación de que mas allá de la incomodidad de no bañarse, comer mal, no tener luz, ni gas ni agua (el agua fresca es lo que más se necesita cuando la temperatura llega a los 50°...  y el agua tibia no sacia la sed...), el valor de creer en Dios, de tener la vida eterna tan a la vuelta de la esquina, los ayudó mucho, concluyó la monja como cierre de la visita.

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