Se realizó un simulacro de juicio por jurados en el CUSAM de la Unidad 48

San Martín, 19/10/18. En la Unidad 48 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), se desarrolló el viernes un simulacro de juicio por jurados, en el que internos y penitenciarios formaron parte de un jurado popular para juzgar un caso penal. La actividad fue organizada por la Asociación de Pensamiento Penal y el Centro Universitario de San Martín (CUSAM), dependiente de la Universidad Nacional de San Martín y que funciona en el penal.

 

La sala de audiencias fue la escuela de la cárcel de San Martín. El juicio tuvo un cambio de roles. Los protagonistas fueron 12 jurados: 10 detenidos varones y mujeres, entre los que se encontraban un ciego y un hipoacúsico, y dos agentes penitenciarios. El acusado fue un funcionario nacional, Ariel Cejas Meliare, procurador adjunto de la Procuración Penitenciaria de la Nación. En tanto, Mario Juliano, juez del Tribunal en lo Criminal Nº 1 de Necochea, representó al juez del caso, el fiscal fue el defensor del Departamento Judicial de San Martín, Andrés Harfuch, y la defensora fue la fiscal de Lomas de Zamora Marcela Dimundo y del asesor legal del SPB Esteban Barrionuevo.

"Queremos hacer una experiencia de integración y para que los internos conozcan cómo es el proceso penal desde otro lugar", dijo Mario Juliano. "Todos de pie", pidió desde su estrado para que ingrese el jurado. El juicio comenzaba. Los penitenciarios y los detenidos se sentaron. El interno hipoacúsico fue acompañado por una traductora de señas que le iba contando todo lo que pasaba. Lo primero que hace el juez es informarles a los jurados lo que dice la ley.

"Que ingrese el acusado", indicó el magistrado. Por un costado, ingresó Cejas Meliare esposado y acompañado por un agente del SPB, que en verdad era Sebastián Pereiro, subsecretario de Protección de Derechos Humanos de la provincia. "Le pido que le saquen las esposas", pidió su defensora. El juez lo ordenó y requirió que haya custodia durante la audiencia por cualquier inconveniente.

El caso que se juzgó ocurrió en la realidad. Belisario Galván golpeó a su esposa, María Magdalena, quien trastabilló, cayó al piso y murió tras pegar su cabeza en el brazo de un sillón. Ocurrió la tarde del 3 de marzo del año pasado en la casa del matrimonio, en Villa Lynch. Galván había perdido su trabajo a fines de 2014. Era alcohólico y sometía a su mujer violencia de género.

El simulacro cumplió todos los pasos jurídicos y climas de un juicio. El fiscal y la defensora se dirigieron chicanas y se plantearon objeciones; el juez medió entre ambos para ordenar el debate. También habló el acusado, se puso frente al jurado con una hoja que simulaba tener la foto de su esposa fallecida. El juicio tiene cuatro testigos: uno de los hijos del matrimonio, un vecino, la policía que intervino en el caso y la médica que hizo la autopsia. Esos roles los tomaron Walter, un interno que estudia en el CUSAM, la directora y el coordinador del Centro Universitario, Natalia Ojeda y Gonzalo Nogueira, respectivamente y una profesora de la Universidad.

Los jurados siguieron atentos todo el debate y el público -otros detenidos, periodistas, personal de la justicia, del CUSAM y de la unidad- hacían lo mismo con algunas conversaciones por la bajo.

El juez dio por terminado el debate y los jurados deliberaron y se tomó la decisión. El presidente del jurado se paró y leyó "culpable del delito de homicidio preterintencional". Fue por 11 votos a uno. El juez dijo que en una futura audiencia iba de decidir la pena, ya que el monto de la condena lo fijan los magistrados. El jurado solo decide la culpabilidad o inocencia.

"El juicio ha concluido", cerró Juliano y luego pidió a los jurados que cuenten cómo les resultó la experiencia. "Fue una experiencia muy piola", dijo Miguel, uno de los internos jurados que es ciego. "Al no tener la capacidad de ver con las preguntas y respuestas en mi mente se iban desarrollando imágenes y fui armando una película. Me impactó estar en este lugar, de incluirnos. Y fue sencillo entender el caso. Una persona que no tiene visión tiene desarrolladas otras capacidades", agregó.

Por su parte, Carlos Rojas, uno de los dos agentes penitenciarios que fue jurado, contó: "Yo llevo a los presos a los juicios. Y fue diferente a los juicios que presencio. También fue diferente ser jurado y no custodio".

Cabe destacar que una experiencia similar ocurrió en julio en la cárcel de Batán, donde el jurado estuvo conformado por 12 personas privadas de libertad.

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F: NR






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