El Padre Andrés retomó sus actividades luego de reunirse con el Papa Francisco

Sierra Chica, 24/07/13 Luego de su enriquecedora experiencia en Roma, donde cursó la Licenciatura en Teología Bíblica, el padre Andrés Pérez volvió a sus funciones como Capellán de la Cárcel de Artes y Oficios en la Unidad 38, para continuar atrayendo fieles y compartir con los internos y el personal de la institución penitenciaria el claro mensaje que el Papa Francisco viene dejando desde el momento de su asunción como sumo Pontífice, acercarse a los que más lo necesitan y llevar el mensaje de la buena noticia que es Jesús.

 

Demás está decir que el acompañamiento por parte del Obispo de la Diócesis de Azul, monseñor Hugo Manuel Salaberry, ha sido incondicional para concurrir mensualmente a dar misa y así  continuar con esta celebración en la Capilla "Jesús Buen Pastor".

La recepción al padre Andrés por parte de los directivos de la unidad, funcionarios e internos, ha sido con mucha gratitud y alegría, siendo este un representante de nuestra región cargado de juventud y aires de cambio para los fieles católicos.

Entre los nuevos objetivos propuestos, se continuará con los encuentros de catequesis apoyado en los catequistas que asisten al establecimiento carcelario de manera desinteresada, además de la colaboración del personal que asiste al sacerdote en sus funciones.

Las vivencias del padre Andrés durante su estadía en Roma y, en este momento que la Iglesia Católica mundial está atravesando, son de mucha emoción, y al respecto el sacerdote relató de manera muy conmovedora el momento en el cual durante la celebración de la Misa del Sagrado Corazón de Jesús, el 7 de junio pasado en la Capilla Santa Marta del Vaticano, recibió el saludo del Papa. "En el momento en el cual saludo al Papa, le pedí la bendición para la capilla Jesús Buen Pastor de la Unidad, para todo el penal y otras bendiciones especiales, de la emoción, sólo lo abracé fuerte, sentí su sencillez y cariño, un hombre de Dios, él me hablaba y yo escuchaba, muy lindo fue el saludo, me sentía desbordado de alegría".

Con la emoción aún en voz, el sacerdote continuó su relato, "a la tarde, lo impensado era una realidad, el secretario me llamó y me dice: el Papa quiere cenar con usted, traiga la Bendición de la Capilla de la cárcel. Me quedé en silencio, y siguió: venga a las 20:00 horas. Sólo dije: bueno. Ahí estaba pasando por la plaza de San Pedro, caminando al encuentro del Papa. Al momento de la cena éramos tres personas, le conté sobre mi diócesis y en especial de la pastoral en la cárcel. Muy contento, me insistió: decile a los muchachos que recen, y me entregó un Rosario. Así  terminamos, y nos acompañó hasta la puerta, todo un gesto de cercanía y amistad. Subiendo al tram y  volviendo al Colegio Argentino, aún no podía creer lo que estaba viviendo, sólo recordé las palabras del que fuera mi párroco Miguel, agradecé siempre a la Virgencita, tomé el rosario que me regaló el Papa y recé".

MV/OJ

 

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